Por: Jacqueline Murillo Garnica
Jacqueline Murillo Garnica |
A mi
familia, la de siempre, a mis amigos eternos y en la distancia, a los
estudiantes que me han acompañado, a Bojana y Tatiana por dedicarme su cariño y
aprecio, también en esta ocasión.
Los
primeros encuentros con la poesía, llegaron con los poemas que recitaba mi
abuelita, luego, los hallazgos en “el cuarto de las arañas” del libro de
Alexander Pushkin y los versos de Francisco de Quevedo, empezaron a hurgar la
curiosidad del que desea encontrar en las palabras, la respuesta a las
preguntas de una niña interesada en comprender lo que allí sucedía. Mis tres
pasiones tuvieron origen en la infancia, la música de Bach, los libros de
Dostoievski y la imagen en movimiento. Las tres fueron incorporándose
lentamente en el transcurso de mis años. Luego, descubrir en las librerías de
la metrópoli a los poetas españoles de la generación del 27, e ir a los
conciertos de música sacra, se convirtieron en respuestas que se fueron
ampliando con la magia que producía el cine en las tardes lluviosas de Bogotá.
Hubo una
necesidad imperiosa de plasmar las imágenes que producían los días de la urbe
con sus urgencias y los transeúntes que desfilaban por sus calles, algunas de
ellas dejaron huellas indelebles que solo el ejercicio de la escritura ha
permitido plasmarlas y de alguna forma servir de catarsis. Las noticias sobrecogedoras
como la valentía de “Pastora”, me permiten creer que todavía hay mucho que
escribir para rescatar la palabra y en ella hacer del mundo un mejor lugar y
más habitable.
El
ejercicio de la profesión docente y el exilio voluntario, me trajeron a la
Pedagógica Dominicana, así, la oportunidad de vivir ahora en un lugar
privilegiado. La tranquilidad que se respira en San Pedro de Macorís, República
Dominicana, contrasta con las afujías de la gran ciudad. Este sitio del Caribe
profundo, con los sonidos catalizadores que emanan de su naturaleza exuberante,
también ha sido el laboratorio donde confluyeron esos paisajes de Bogotá y las
urgencias del transeúnte que recorre sus calles.
Esta
pandemia ha sido también la gran ocasión y el tiempo perfecto para reescribir
desde la memoria y la necesidad intrínseca de construir desde el papel los
sucesos y emociones que produce el transcurrir en un país como Colombia, maltratado
por la violencia que se volvió parte del paisaje y nosotros como indolentes del
transcurrir cotidiano.
La poesía
llegó a mi vida desde la niñez en el Espinal, una población arropada por el sol
y rodeada de cultivos de algodón y arroz, y fue como un primer advenimiento. Aun
sin comprender la dimensión de las palabras, solo percibía la pasión del que las
declamaba, luego, los primeros años en Bogotá y como una coincidencia
inusitada, leí esos mimos versos en una antología de poemas de la literatura
universal, fue una segunda epifanía. Como pude reuní el valor del libro, aunque
no alcanzara para tomar el transporte, ya tenía el mundo allí con los poemas de
Federico García Lorca.
Creo que
los seres humanos sostenemos una pugna permanente entre el pensar y el soñar. La
primera alude a la razón y la segunda, a la fantasía. La poesía se debate entre
estas dos fuentes.
Hay una
permanencia igual al movimiento constante de lo que sucede, y ahí está la
palabra escrita vestida de poesía. La literatura, debe cumplir además de la
función estética y musical, con una función social, no solo como catarsis,
mejor, como denuncia de la realidad. Travesías urbanas es un recorrido
de retratos salpicados de imágenes que han ido desfilando por la ciudad con
grietas profundas y sus personajes anónimos, pero entrañables.
Colombia
como una paleta de tonalidades grises, colores o imágenes que fungen como
retazos de un país que todavía debe reivindicarse y reconstruirse. Así que lo
único que nos salva y nos queda es la palabra.
JACQUELINE MURILLO GARNICA, Bogotá, Colombia,
1962. Doctora en Literatura Española e Hispanoamericana, Facultad de Filología,
mención Cum Laude por la Universidad de Salamanca (España),
magister en Literatura (becaria) de la Pontificia Universidad Javeriana y
licenciada en Educación Básica Primaria de la misma universidad. Posee una vasta experiencia como docente de
educación superior en el sector público y privado de Bogotá y República
Dominicana (profesora contratada para el programa PAC). Ha llevado a cabo
diversas investigaciones a partir de las relaciones entre la literatura y la
historia, en especial, en el siglo XIX. Autora de numerosas publicaciones en
revistas indexadas y de interés cultural. Ponente en congresos nacionales e
internacionales. Asociada a APELA (Asociación para el Estudio de la Literatura Africana),
AHILA (Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos), Asociación
Colombiana de Historiadores, SILAT (Semillero de Investigación Permanente en
Literatura Latinoamericana), e integrante del grupo de investigación de la
Maestría en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Jurado en concursos de cuentos, becas de
investigación en literatura y poesía en IDARTES (Alcaldía Mayor de Bogotá),
ASCUN (Asociación Colombiana de Universidades). Consejera en literatura de
la localidad Barrios Unidos, Alcaldía Mayor de Bogotá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario