viernes, 31 de enero de 2020

A propósito del libro “Gestión cultural alterativa” de Ramiro Caiza (*)

Este ensayo, Gestión cultural alterativa, propuesto por Ramiro Caiza, un activista cultural que cuenta con una amplia y dilatada trayectoria en este campo -tanto desde una acción de compromiso individual (poeta, ensayista y gestor cultural) como en su ejercicio institucional, (miembro fundador y presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana del cantón Mejía, provincia de Pichincha; de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de Barcelona en España; y gestor cultural en la Casa Matriz de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión)- pone sobre la mesa del debate social una serie de elementos claves.
Debemos resaltar, en primer lugar, que la acuñación de esa licencia literaria recogida en su título, “alterativa”, no sólo busca atrapar la atención del lector a partir de un posicionamiento claro y directo para estimular una confrontación dialéctica sino que encierra fundamentalmente un re-planteamiento, re-consideración y re-conceptualización de un término, como es la cultura, desde la acción comunitaria y local.
La cultura es, sin duda alguna, un concepto complejo y, desde luego, nada neutral que está en constante transformación epistemológica, con procesos de adaptación y readaptación a lo largo del tiempo y con dinámicas propias en cada territorio. Cada período histórico, cada sociedad, cada área de conocimiento, cada investigador, cada gestor, cada individuo, etc., tiene su modo de ver, entender y hacer cultura. Sus múltiples acepciones, por tanto, condicionan los análisis e interpretaciones, la forma de ver el mundo, de sentirlo, de entenderlo, de definirlo y de proyectarlo.
La cultura dominante es un reflejo del sistema productivo y sus relaciones sociales derivadas, traducidas en determinados comportamientos, hábitos, expresiones y manifestaciones. Pero la cultura, al mismo tiempo, puede ser interpretada como un instrumento de transformación social colectiva liberadora frente a la oficialidad, al institucionalismo y como una herramienta de contrapeso a los comportamientos estáticos y replicantes, es decir, un acto de rebeldía frente a los grupos de poder, que pretenden imponer una cultura única y uniformada.
La cultura hegemónica -visiones y miradas generacionales e intergeneracionales, pasadas y presente- es un movimiento dinámico, construida y de-construida por los sectores dominantes y oficialistas en cada momento junto a la diversidad de acciones surgidas desde otros segmentos sociales, populares, étnicos y territoriales, que en su acción defensiva identitaria intentan recuperar y reconstruir una serie de signos y símbolos que se encuentran, como siempre ha sucedido, en pugna constante y que en el presente histórico obedecen a los procesos globalizadores, dibujados por espacios centrales y periféricos, es decir, por áreas geográficas dominadoras y por territorios dependientes y dominados.
A ese cuadro sociocultural general hay que añadir otros aspectos singulares en nuestra región latinoamericana, donde intervienen y entran en juego cosmovisiones entre el mundo originario (indígena) con las resultantes de las diversas variables del proceso colonizador y sus incidencias aculturativas (pervivencia y sincretismo), la recomposición de una sociedad mestiza diversa, integrada por otras culturas y etnias (como es el caso de los afroecuatorianos o sociedades orientales), junto a la actual presión globalizadora en su más amplia concepción: desde los trasvases migratorios, a la revolución tecnológica y a la configuración hegemónica internacional, plasmadas en un sistema económico-financiero y su engranaje en el escenario ideológico mundial.
En fin, no podemos concebir, ni entender a la cultura desde una perspectiva aislada, independiente o unidireccional sino que juega un rol dinámico, redefinido en cada momento y en cada territorio entre dominadores y dominados, que conviven de forma permanente en confrontación, con mayor o menor intensidad, en sus manifestaciones y cosmovisiones. 
En definitiva, el tratamiento que se aborda en las páginas que siguen a estas líneas no tiene como intención cerrar el círculo conceptual y el propio accionar de los movimientos culturales sino que esta visión que se presenta tiene como propósito invitar a una profunda reflexión, análisis y debate sobre la configuración social e ideológica que, en suma, define y re-diseña el marco cultural entre la mayoría minoritaria y las minorías mayoritarias.

Dr. José Manuel Castellano Gil

(*) Este texto corresponde al prólogo del libro "Gestión cultural alterativa" de Ramiro Caiza, coeditado recientemente por la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina y el colectivo Mejía Cultura Siglo XXI (Machachi-Pichincha). Cuenca, 2020.

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