Dr.
Tito Astudillo
Dr. Tito Astudillo |
Es que la
sola mención del Maíz me lleva a la ensoñación y vienen en secuencia torrentes
de recuerdos de mi infancia campesina entre eternas cementeras de maíz de
diferentes dimensiones, formas, colores y aromas. Si señor, aromas también:
aromas de la chacra recién nacida, de la chacra en floración, de la chacra florecida, de la chacra en tiempos de cosecha, aromas del pucón en el
deshoje… siempre el maíz como referente, como luz, emblema y esperanza; recuerdos
de octubre y las grandes mingas para la siembra con los mingueros y sus yuntas,
sus chicotes y bocinas y las sembradoras escogidas entre las hijas casamenteras
del vecino, del compadre o del pariente, con sus grandes hermosos sobreros de
paja toquilla y sus canastos de varios compartimentos para las semillas: para
el maíz, para el frejol y las habas y las cebadas y las arvejas y las pepas de
calabazas; -cuatro granos de maíz y dos de frejol a cada paso y…más, advierte
la Madre- ; y el desayuno y el almuerzo
y la cena en la gran mesa comunal; y las mingas de la deshierba y de la
cosecha, de los deshojes y de las parvas; los juegos de las mizhas, las chalas
y las humitas y los quimbolitos; y nuevamente la preparación de la tierra, los
rastrojos agosto y las cometas, las
aradas para la nueva siembra del Maíz.
El año
agrícola giraba alrededor del Maíz; y el año escolar también; se iniciaban las
clases después de las siembras; venía la celebrando la Cruz de Mayo con los
primeros choclos y los castillos de Maíz recién florecidos y engrosados de
frutas y flores que llevábamos como ofrenda al Maestro; y la culminación de las
clases justo antes de las cosechas porque se requerían más manos y voluntades.
La infancia fue una fiesta de siembras, deshierbas, cosechas y golosinas del
Maíz. Y el año festivo y las ferias y las romerías también, como se analiza y demuestra
el Dr. Carlos Álvarez Pazos.
Y ya en la
cotidianidad citadina, reminiscencias del maíz están presente en casi todos los
recuerdos, como aquellas charlas imprevisibles con el arqueólogo Napoleón
Almeida, incansable investigador de nuestra identidad cultural, quien sostenía
que el Maíz fue uno de los principales facilitadores de la Conquista Española
en nuestra serranía, -con una alforja de maíz al anca el conquistador tenían comida para largo,
decía: maíz tostado, maíz cocinado y maíz molido, maíz fermentado-, en fin
comida y bebida para largos días de camino, para él, para su perro y su
caballo, ironizaba.
El Maíz
también me lleva, amablemente, al recuerdo de la “Fiesta de los chumales” que
Manuel María Muñoz Cueva, el célebre “Chugo Muñoz”, el autor de “Cuentos
Morlacos” y “Otra vez la Tierra Morlaca”, el Mecenas de muchas generaciones
artísticas, ofrecía a sus amigos los poetas, cada año en tiempo de choclos:
Jacinto Cordero Espinosa, Eugenio Moreno Heredia; Efraín Jara Idrovo, el pintor
Oswaldo Moreno Heredia y muchos más de su íntimo circulo de amistad, bohemias,
lecturas y tertuliases….
El Maíz me
lleva al milagro de la poesía y a recordar a César Dávila Andrade, en su
inmenso poema “Boletín y Elegía de las Mitas”, el lamento de las etnias
vencidas en el martirio de la Colonia. “…Sin paga, sin Maíz,….ya sin hambre de
puro no comer…”
Y a Rubén
Astudillo y A, testimonios de su infancia campesina, en “Responso para tu
tierra irremediable”, cuando dice: “Te acuerdas Juan José… yo que jugué contigo
al arco y a la pelota… y te hablé de la lluvia. Del Maíz… las aradas…”. A Mary
Coryle y tantos otros…
Y a esas
largas tardes por los maizales de Yanuncay, con el artista Emilio Lozano,
tomando apuntes para sus cuadros costumbristas que hoy reposan en el Museo
“Remigio Crespo Toral” y muchas colecciones privadas.
El Maíz me
lleva a otras tantas y tantas vivencias, como las lecciones de Cosmovisión
Andina de Hernán Loyola Vintimilla en nuestras excursiones al Cojitambo y
Rumihurco y sus observaciones en Pumapungo: la Cruz del Sur, Orión y el camino
astral anual de la Collka (o Las Pléyades) en el ciclo del Maíz. La
Chacra y su recreación, impulsada por Andrés Abad Merchán, en el Parque Arqueológico
de Pumapungo y sus interminables reflexiones sobre saberes y haceres
ancestrales ligadas a la Chacra y al Maíz.
-Entonces,
hablar sobre el libro “SARAMAMA La Cultura del maíz”, del Dr. Carlos Álvarez
Pazos, debería ser como hablar de nuestra cotidianidad, pensé, y me di cuenta,
justamente, que las cosas de nuestra
cotidianidad son las que menos conocemos, por considerarlas, eso, tan de
nuestra cotidianidad, como en el presente caso. Siendo el Maíz, parte de
nuestra Cosmovisión, de nuestra identidad, de nuestro paisaje, de nuestro
sustento y de nuestros ensueños. Conocemos tan poco o casi nada.
Y debemos
conocer esa “profunda interrelación umbilical y animista, entre la tierra, el
maíz y el hombre” andino, como plantea el autor en la introducción de la obra.
Y, es justamente ahí en donde encaja con justeza y oportunidad su
investigación. Ofrecer a los lectores una fuente de conocimientos sobre el
Maíz, en un libro escrito con rigor científico, académico y literario.
Y leí el
libro y estoy volviendo a leer, porque cada vez encuentro nuevos elementos que
ratifican que somos una Cultura del Maíz, herederos de una rica tradición
amauta que aportó saberes para la consolidación de una sociedad agraria que
logró la armonía hombre - Naturaleza y Cosmos: Intytayta (Padre Sol) y
Killamama (Madre Luna), Kollca (estrellas de la constelación las Pleyades),
Allpamama (Madre tierra), Yacumama (Madre agua) y Saramama (Madre Maíz).
Y forjó una cultura del
Maíz, que se manifiesta en su cosmovisión, en su lenguaje, en la agricultura,
en su gastronomía, celebraciones y rituales, en la literatura y otras artes,
que aportan a la identidad andina y del habitante al Sur del Nudo del Azuay,
entre los calientes de la amazonia y del litoral ecuatoriano, ancestralmente
considerado como asiento de la nacionalidad Cañari, hoy nuestro entorno,
paisaje y cotidianidad. Cultura que vivimos y se manifiesta en todas nuestras
actividades porque como dice Guillermo Bonfil B. “Maíz, sociedad, culturas e
historia son inseparables. Nuestro pasado y presente tienen su fundamento en el
Maíz. Nuestra vida está basada en el maíz. Somos Gente del Maíz”, veracidad que
se analiza, demuestra y concluye en este libro.
-Planteado el tema y
definido el Maíz como elemento identificador de una Cultura indio mestiza, con
propiedad, en el habitante del austro ecuatoriano, el libro pasa a desarrollar
un conocimiento documentado de los
diferentes aspectos del Maíz, como: el nombre, mitos y leyendas,
antropomorfismo, variedades, ciclo agrario, tecnologías de cultivo y
producción, fiestas y rituales, comidas y bebidas, enfermedades y plagas, en la medicina y la nutrición, literatura y
artes, toponimias y abreviaturas, escritos, como decíamos, con rigor
científico, académico y literario.
Finalmente,
una tercera parte, expresada en conclusiones:
-Una reflexión
sobre la necesidad de rescatar la Pachamama, la Chacra y el Maíz, ante el avance
indiscriminado de la frontera de pastoreo a expensas de la frontera agrícola.
-Un
llamamiento y exhortación a las organizaciones sociales como la CONAIE,
ECUARRUNARI, GAD parroquiales a poner en marcha una verdadera Revolución Verde
que privilegie el cultivo de la Chacra y del Maíz.
-Una
alerta contra la introducción oficial de los transgénicos a expensas de las
semillas nativas, que se verían en desventaja ante las transnacionales dueñas
de los derechos de propiedad intelectual, lo que implicaría, incluso, la
prohibición de la venta e intercambio de las propias semillas nativas.
Un libro
para leer, añorar, disfrutar y aprender. Gracias Dr. Carlos Álvarez Pasos, por
este invalorable aporte a nuestra identidad. Gracias José Manuel por esta
oportunidad de ensoñación.
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