Prologuista del libro “Misceláneas de voces jóvenes”
Dr. Juan Almagro y Dr. José Manuel Castellano |
La Editorial Centro
de Estudios Sociales de América Latina acaba de publicar el libro “Miscelánea de Voces Jóvenes”, autoría
de un colectivo de estudiantes universitarios que cursan distintos ciclos de
Educación. Este libro cuenta con un prólogo del Dr. Juan Antonio Almagro
Lominchar (PhD), Profesor de la Universidad de Almería (España), donde se hace
énfasis en una educación basada en la investigación y la innovación, pero sobre
todo asentada en una identidad socio-cultural que permita al educando
desarrollarse desde su propio contexto con una visión amplia para afrontar su
peculiar complejidad real. De modo que para profundizar sobre estos aspectos de
gran interés hemos establecido un diálogo con el Dr. Almagro.
¿La educación a nivel mundial se encuentra ante una encrucijada?
Siempre lo ha estado, pues el avance del
capitalismo –y después, del capitalismo financiero- ha sido proporcional a las
debilidades que han mostrado los sistemas educativos. El ejemplo más
significativo es el de las evaluaciones educativas externas, como PISA, que
coordina un organismo económico mundial, como es la OCDE. Es decir, hemos
dejado la educación en mano de la economía neoliberal, pues los sistemas
educativos han puesto todo su mecanismo al servicio de estas organizaciones (OCDE,
FMI, Banco Mundial, etc.).
¿Cuál es su concepto de educación?
Bueno, pienso que es un concepto mucho más
complejo de lo que realmente se considera. Si tenemos en cuenta que “educar”
proviene del latín “educere”, que significa “hacer salir”, “extraer”, el
concepto de educación tiene poco que ver con la visión que lo reduce a “llenar”
de conocimiento la cabeza de las y los estudiantes, sino, más bien, con sacar
de ellas/os su mejor versión, sus fortalezas y también sus debilidades... Todo
ello con la finalidad de construir un mundo mejor y más humano.
¿Es necesario investigar sobre Educación?
Es muy necesario. Quizá sea el punto de inflexión
más relevante. Para conocer cualquier realidad es necesario indagar sobre ella,
y cuando se trata de los procesos educativos, la investigación debe ser una
constante para su mejora.
Ecuador no es un territorio ajeno a usted, ya que ha realizado una estancia
de investigación en este país. En ese sentido, ¿cuál es su visión sobre el
sistema universitario ecuatoriano?
No podría darte una respuesta muy rigurosa a esa
pregunta, pues sólo estuve en una universidad… Pero sí es cierto que lo que yo
percibí no está muy alejado de la inercia a la que se someten las universidades
en España, donde se nos ubica en compartimentos estancos, en los que cada cual
se dedica a lo suyo, principalmente. Luego, claro está, hay personas dentro de
los espacios universitarios que trabajan por romper esa inercia y apuestan por
un modelo más inclusivo e integrador.
¿Cómo ve el sistema educativo ecuatoriano?
Mi experiencia allí sirvió para conocer una parte
muy pequeña de él. Evidentemente, todo es mejorable, y siempre hay que pensar
en introducir y plantear esas mejoras desde el consenso y la cooperación entre
colegas de profesión. Ecuador es un país muy diverso, con lugares que necesitan
un modelo educativo que se ajuste a las necesidades (contextuales, culturales,
económicas, políticas, sociales, etc.), de las personas que viven y hacen
posible la existencia y visibilidad de esos espacios. Quizá esto sea algo que
se puede extrapolar a otros contextos, pues la historia de la humanidad nos
muestra que no somos una especie homogénea, sino que existen la diversidad y
las diferencias entre nosotras/os.
¿Cuál es su visión de la investigación científica realizada en las
universidades ecuatorianas?
Es un tema complejo. No hace mucho que leí un
artículo muy interesante de un colega investigador ecuatoriano que titulaba su
análisis “Publicaciones parásito”. En ese texto, se habla, entre otras
cuestiones, de cómo, para incrementar el número de publicaciones, hay
universidades que ponen en práctica estrategias como la de contratar
investigadoras/es experimentadas/os extranjeras/os, a quienes se les exige
publicar artículos científicos con filiación ecuatoriana, aunque las
investigaciones no sean realizadas en el Ecuador, además de condicionar sus
contratos para que publiquen sus trabajos del extranjero con afiliaciones a
nombre de instituciones ecuatorianas. Pues bien, estas y otras “lindezas” son
recogidas en ese artículo. Evidentemente, esto es algo que hay que atender de
manera urgente. Ecuador necesita investigadoras/es que, independientemente de
su lugar de procedencia, indaguen la realidad ecuatoriana, pues sólo de esas
investigaciones puede mejorarse dicha realidad, y, por consiguiente, el sistema
educativo ecuatoriano.
¿Qué retos tiene pendientes la educación ecuatoriana?
Insisto en lo que te venía diciendo
anteriormente. Conocer e indagar la realidad para transformarla y mejorarla. Y
para ello es necesario un sistema universitario que priorice en aspectos que
vinculen la formación de futuras y futuros maestras/os a la filosofía, a la
ética, al civismo, y, fundamentalmente, al concepto de pedagogía democrática.
¿Qué actividades cree que se deban llevar a cabo en el marco de la
innovación e investigación dentro del aula?
Desde mi punto de vista, todas aquellas
actividades que se lleven a cabo en las aulas escolares, deben estar
fundamentadas en el debate; en el análisis; en formular y reformular hipótesis
y contrastarlas… En definitiva, en crear conocimiento dentro de ese aula; no en
utilizar un conocimiento que ya está definido para hacérselo llegar a las
mentes de las/os estudiantes. Puede parecer demasiado extravagante o
filosófico, pero en la epistemología de las ciencias sociales y las humanidades,
el conocimiento no es un bloque lineal de contenidos, ni mucho menos algo
cerrado, por muchos corsés que se le traten de poner.
Usted es el prologuista de la obra “Misceláneas de voces jóvenes”, ¿cuál es
su criterio sobre ese libro?
Me parece una obra muy interesante. Ya el título
lo pone de manifiesto. Considero fundamental que las voces de las/os
estudiantes tengan cabida en el espacio literario y que esas voces vayan
tejiendo mimbres con respecto a lo que implica vivir en sociedad.
¿Cree que ese proyecto puede fomentar una vocación científica y de
escritura entre los jóvenes?
A mí siempre me ha gustado escribir. Mucho antes
de dedicarme profesionalmente a esto, ya escribía algunas historias y relatos
de vida u otros textos literarios. José Luis Sampedro, que entre otras muchas
cosas, también escribía libros, titulaba una de sus últimas obras “Escribir es
vivir”. Ahí está la esencia fundamental de este trabajo, bajo mi punto de
vista. Porque cuando alguien escribe, está dejando salir eso que lleva dentro,
tal y como te comentaba al principio de la entrevista, cuando hablábamos del
concepto de educación.
¿Usted cree que proyectos de estas características ayudan a formar un
perfil de investigador entre jóvenes?
Por supuesto. Debemos confiar en que este tipo de trabajos tengan la
visibilidad suficiente dentro del campo científico, además de ser accesibles a
investigadoras/es que quieran profundizar sobre estos u otros temas. Indagar la
realidad en la que los seres humanos conviven y se desarrollan, llevando al
papel esas ideas y/o tópicos que surgen en todos los contextos sociales, es una
de las claves más significativas para desarrollar ese perfil investigador. Si a
eso le unimos que ese proceso investigador se lleve a cabo dentro de una labor
pedagógica, las herramientas están ahí para desarrollar dicho perfil.
¿Las inquietudes reflejadas por estos estudiantes universitarios van de la
mano con una conciencia crítica?
Sí. Y es algo que nunca hay que perder de vista. Los análisis que contiene
el libro están hechos desde el lugar y la posición en que estas/os jóvenes
miran el mundo y el entorno en el que viven. Ese mundo, ese entorno, es un
espacio donde no paran de emerger problemas socialmente relevantes, que es
necesario indagar, desarrollar conciencia al respecto y ponerse a trabajar
sobre esa realidad, para transformarla y mejorarla.
¿Cómo valora esta iniciativa que incluye a estudiantes universitarios?
Me parece fundamental y muy necesario que este tipo de iniciativas se
planteen en el marco universitario. Más necesario aun es que escritos de este
tipo sean accesibles y puedan contribuir a mejorar la vida de las personas; al
menos para concienciar a esas personas de cuáles son las necesidades prioritarias
que atender; de cómo, metodológicamente, se han de atender dichas necesidades,
para involucrar a la población (mediante aprendizaje servicio, trabajo
cooperativo, etc.). Por otro lado, es preciso que las/os estudiantes, comiencen
a familiarizarse con el ámbito investigador, y contemplen la universidad como
un lugar para acceder al conocimiento, para debatirlo, cuestionarlo y
reformularlo, plasmándolo en trabajos de estas características. Quisiera, en
este sentido, felicitar a todas las personas que han participado en este libro,
animándolas a seguir en esta línea de la que tanto aprendemos.
Por último, ¿entre sus planes de futuro
está volver nuevamente a Ecuador?
Por estos momentos no va a ser posible debido a otros compromisos adquiridos, aunque sería un reto profesional retornar
más adelante.
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