"Taller de Escritura" comparte con sus lectores un nuevo texto elaborado en esta ocasión por Mayte Ochoa Zumba, que nos narra en primera persona su experiencia vivida en el desarrollo de un proyecto de aula y el aprendizaje adquirido. Sin duda, para un docente no puede haber mejor elogio a su desempeño que el crecimiento de sus alumnos.
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UNA ACTIVIDAD CUMPLIDA Y UN APRENDIZAJE RECIBIDO
Mayte Ochoa Zumba
Mayte Ochoa Zumba |
Llevé a cabo varias entrevistas que me permitieron recopilar su trayectoria
estudiantil, desde el primer día en su escuela hasta que finalizó sus estudios
superiores. Tras ese largo proceso de investigación llegó el día de la sustentación.
Fui designada por mi docente para iniciar la sesión de defensa. Expuse el título
de mi proyecto, la metodología utilizada y desarrollé la parte más bonita e
interesante de mi trabajo: la Historia de vida en contexto educativo de mi
mamá, donde abordé la información recogida. Me sorprendí cuando me manifestó
que antes eran castigados por sus maestros de aula para aprender, en su época
de estudios primarios la docente era la única autoridad y los estudiantes
tenían que hacer todo lo que les ordenara, sin que ellos pudieran opinar. En
cambio, cuando llegó al colegio ya no existían dichos castigos, allí los
maestros eran más tolerantes y amigables con los alumnos, el único castigo era
mandar a llamar a los representantes. Sus estudios superiores fueron financiados
por ella, ya que contaba con un trabajo fijo. En cuanto al apoyo de sus padres
en su trayectoria estudiantil no fue muy bueno, ya que ellos eran comerciantes y
se dedicaban sólo a su actividad y no se preocupaban por ella y sus demás
hermanos. Esto es lo que les puedo contar de forma muy general. Este trabajo lo
realizamos con el objetivo de investigar cómo era la educación en el pasado.
Durante mi exposición observaba el rostro de mis compañeros, que estaban
muy atentos y prestaban mucha atención, parecía que les interesaba mi
intervención. Me sentía segura, porque sabía que estaba haciendo lo correcto.
No niego que, antes de iniciar, tuve nervios para poder expresarme, sentía que
algo se me iba a olvidar o tal vez que mi investigación estaría mal encaminada.
Pero una vez finalizada mi exposición me sentí feliz, muy emocionada y me dije
interiormente: “¡Mayte, sí se pudo!”.
El Tribunal ofreció su valoración y crítica, a lo que supe contestar, al igual
que a las preguntas de mis compañeros de aula.
Fue un trabajo muy duro, que implicó un gran sacrificio por mí parte. Sabía
que tenía una responsabilidad por cumplir y cuando llegó el momento lo afronté
con mucha seguridad y valentía. Aprendí que todo esfuerzo da sus frutos, aunque
debo reconocer que siempre estuve motivada por mi docente. En definitiva, cumplí un objetivo más
dentro de las materias que estoy cursando y me siento orgullosa de mí, porque
ya sé que con dedicación y esfuerzo soy capaz de superar las pruebas que se
presenten.
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