Por: José Manuel Castellano
Estoy muy mayor y a estas
alturas seguiré manteniendo, más que nunca y con mayor fuerza si cabe, mi firme
convicción. No voy a
cambiar, a pesar de los engaños, los egoísmos, los desagradecidos, las
miserias, los intereses espurios, la maldad, los fracasos, ni mis
reducidas expectativas. No voy a abandonar mi esperanza y creencia en el
“otro”.
Afortunadamente me encuentro en
los últimos coletazos de mi vida. Una breve existencia que ha estado orientada
en un intento por estar en las filas de las causas justas, aunque siempre derrotadas,
arrastrando utopías por participar en la construcción de ese gran sueño por una
sociedad solidaria de bienestar compartido.
Una lucha que ha perdido todas sus
batallas ante una multitud de agentes alienados, descerebrados y travestidos en
todas las facetas y caracterizadas por un egoísmo autoritario, tanto vertical como
horizontal; por una multitud de comparsas que marchan a ritmo de falsas
apariencias y al son de cantos hipócritas; por legiones de ciudadanos
inoculados por los virus compulsivos de la mentira y la aceptación; por graduados
con alta calificación en el arte de la estafa…, cuyas estelas permean hasta lo
más hondo y profundo en todos los comportamientos y relaciones sociales (desde
la simple amistad a las corruptelas de políticos y dignidades, desde los
escenarios profesionales hasta cualquier otro aspecto simple de la vida
cotidiana).
Esta sociedad, sin capacidad de
reacción alguna, vive encadenada a un espejismo de huecos conceptos fantasmales
(Libertad, Democracia, Igualdad, Solidaridad, Paz, defensa medioambiental…) utilizados
desde la propia estructura del poder -y canalizados a través de su ramificación
orgánica, incluido el propio sistema educativo, y áreas de influencia- con eslóganes
publicitarios engañosos, que sirven para calmar las nobles aspiraciones de una supuesta
consciencia de los inconscientes y dar credibilidad y estabilidad al sistema
establecido.
¿Es posible concebir esa “Libertad”
que proclaman, cuando no hay espacio, ni respeto a ideas distintas o
contrarias, cuando se intenta silenciarlas para imponer un único criterio
hegemónico que viene reforzado por esas comunes prácticas de autocensura, por miedo a represalias y por la adopción de comportamientos sumisos y cobardes ante
las injusticias y los abusos de poder?
¿Es coherente asumir este
modelo democrático, cuando el gobierno está estrictamente restringido a la
representatividad exclusiva de una élite económica y donde la ciudadanía juega
a avalar el sistema con una participación electoral decorativa y pasiva, a
través de un voto, mayormente sin calidad, ni criterio, y que incumple su
ejercicio de responsabilidad y capacidad posterior para controlar a los
gobernantes?
¿Es sensato apropiarnos de esa
concepción de “Igualdad” que nos transmiten, cuando todo este sistema está
sustentado en el desequilibrio, en la jerarquización y en un estado de dependencia
generalizado?
¿Entendemos y practicamos la “Solidaridad",
cuando todas las relaciones están establecidas a través de la apropiación
ilegítima, el robo y el saqueo?
¿Son creíbles los discursos sobre
la “Paz”, cuando los organismos internacionales, las grandes potencias y sus
industrias armamentísticas trafican con la venta y la muerte, creando y
fomentando conflictos bélicos que son justificados en base a unos intereses que
nada tienen que ver con los valores humanos?
¿Somos respetuosos con el "Medioambiente”,
cuando todo gira en torno a la destrucción y explotación de los recursos naturales
para satisfacer a los insaciables acaparadores creadores de hambrunas
innecesarias en una sociedad replicante, que adopta un exacerbado estilo de
vida centrado en valores materialistas y consumistas enfermizos?
No sé usted, pero
mi impresión es que seguimos cautivos en la caverna platónica y
sin opciones de escapatoria. Y lo malo es que lo peor está aún por llegar: Una
humanización robotizada al dictado de una Inteligencia Artificial (IA) concentrada,
en estos momentos, en unas pocas corporaciones, hasta que la IA consiga alcanzar
su propia liberación e independencia.
Ante esa más que inminente
realidad (recomendamos la lectura de nuestra próxima colaboración titulada “Los maestros una
profesión sin futuro y la educación, como siempre, una instrumentalización
social”) cabría preguntarse sobre la supervivencia, al menos desde un plano
teórico, de esas acepciones reseñadas o por el contrario la implantación
forzosa de nuevas concepciones en consonancia a la configuración y articulación
de esa nueva (ya no sé si es adecuado denominar así) sociedad o nuevo orden.
Cuenca (Ecuador), mayo 2023
Debemos reconocer que, en nuestra sociedad, en los gobiernos y en las distintas industrias que abastecen el mundo no existe verdadera justicia, igualdad, solidaridad, paz y mucho menos respeto. Lo sabemos, y por eso somos un conjunto de hipócritas jugando a vivir tranquilos, cuando todo lo que nos rodea se va desmoronando por nuestra causa. Alguna vez escuché que los seres humanos somos como un virus para este planeta, pero tal vez ese término se queda corto con nuestra realidad.
ResponderEliminarEn mi caso, me considero una buena persona, no la mejor, pero intento serlo, aunque honestamente, a veces no resulta. Esto no significa que siempre estoy feliz con las cosas malas que me pasan, porque mucha gente me ha decepcionado a lo largo de mi corta vida, pero aún creo en la bondad de las personas.
En fin, yo existo, y como dije antes, me considero alguien buena, así que tengo la esperanza de que, debe existir más gente buena e incluso mejor que yo, que contribuya con su granito de arena para que haya luz en medio de tantas sombras modernas.
Este blog nos indica que no hay que cambiar a pesar de fracasos, de las derrotas al contrarió hay que aprovechar esta vida que tenemos .
ResponderEliminartambién nos encontramos en una sociedad que engaña a las personas en lo político, en donde ellos dicen que tenemos igualdad, en donde el medio ambiente es afectado, en la explotación a la naturaleza, y también dependemos de un hilo para que la (IA) controle la sociedad.