miércoles, 7 de octubre de 2020

ENTREVISTA A ESTHELA GARCÍA, AUTORA DE DIEZ PEQUEÑAS HISTORIAS

La realidad golpea, inspira a escribir (Esthela García).

Por Erick Jara

La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina acaba de editar el libro “Diez Pequeñas Historias” de Esthela García. Es un libro que recopila diez cuentos que surgen desde la imaginación e inspiración de la autora. Es Miembro de la Casa de la Cultura Núcleo del Cañar, integrante del grupo PEN de Ecuador e integrante del Colectivo Cultural “Cuchara de Palo”.

¿Qué motivación le llevó a la creación de “Diez pequeñas Historias”?

No me he puesto a pensar en una motivación en sí. Estas historias nacieron hace muchos años como una forma de preservar ciertos hechos reales que se vinculaban con el gusto por escribir, mezclando también un poco de imaginación en ellos. Eventos que llamaron en algún momento mi atención y que pensé en guardarlos en una narración, antes de que el tiempo obligue al olvido.

¿Cómo está presente su visión de la vida en cada relato?

Cada relato tiene una forma muy personal de contemplar la vida, de ver dentro de aquellas cosas que a simple vista no se notan y que mediante la escritura se hacen visibles. Percibir las diferentes realidades de los personajes en los cuentos, en el abanico de contextos que se presentan, nos dejan ver las aristas que la existencia tiene y lo infinita que es la capacidad humana para enfrentar las cosas que pasan, superar obstáculos y seguir con la vida.

Usted indica en la Nota Preliminar que “existen cosas que se encuentran ocultas o sumergidas en lo cotidiano, nos sorprenden a la mirada” ¿Cuáles son y por qué observarlas?

Pienso que si uno mira las cosas cotidianas detenidamente, puede encontrar en lo sencillo aquello que es inmenso. Puede ser una persona que pasa desapercibida en un trámite para conseguir una visa, cuando su deseo de mejor vida para ella  era todo lo que anhela. El impacto de las noticias de carácter mundial, tan ajenas de la realidad que golpea las calles en los sectores más necesitados. Las personas en la misa tan lejos de la esencia de este rito. Una travesía que parece imposible y resulta luego más fácil en función de la fe de los demás. La amistad de los niños fortalecida con el juego y una misión casi posible. Una mujer colorida en medio de una ciudad indiferente. La gente de la capital en su trajín y las historias que se tejen en un viaje en autobús. Lo que puede pensar una persona que ha decidido dormir para siempre y la voz de una mascota, cuya dueña es su única razón de vida.

En todo el transcurso de su camino personal y profesional, para usted, ¿por qué escribir?

Pese a que llevo muchos años escribiendo, lo hago de una forma casi instintiva, no me propongo escribir, pero lo hago. A veces no me doy cuenta de lo que escribo sino después de haberlo estado haciendo por algunos minutos y una cosa lleva a la otra, vuelvo sobre lo escrito recupero frases, imágenes de la memoria, corrijo, borro, guardo. Las historias o los versos desfilan en mi mente y no salen de allí hasta que lo plasmo ya sea en un papel o en la computadora. Escribir es de todas las cosas lo que me tranquiliza, lo considero mi espacio de relajamiento, mi lugar especial, donde me dejo ser. No tengo afán de vivir de la escritura, agradezco a la profesión docente, mi vinculación con ella.

¿Qué inspiraciones ha tenido para adentrarse al mundo de la literatura?

No podría definir de una manera literal lo que para mí es la inspiración. Puede ser por muchas cosas o por ninguna. La realidad que nos rodea, que nos golpea y nos eleva. El amor por los míos, la familia. Esta dualidad  que ha combatido dentro de mí, desde que era niña. Los obstáculos que he superado. El mismo ejercicio de escribir es en sí lo que me inspira.

¿Cuáles fueron los libros que usted leyó y guarda con gran cariño? y ¿por qué?

Es un poquito extensa la lista de obras que he leído. Empezando por los escritores ecuatorianos en relato, aparte de aquellos que son obligatorios en épocas de colegio,  destaco a Eliécer Cárdenas, “Háblanos Bolívar”; Nelson Estupiñán Bass “El último río”. Un poco más actuales. Francisco Febres Cordero, Santiago Vizcaino. Un libro que amplió mi perspectiva  sobre la religión fue “El Evangelio según Jesucristo” de Saramago. Un libro que me llegó al alma es “Paula” de Isabel Allende, porque es una historia que vincula su vida y la tragedia de la enfermedad y muerte de su hija, con aspectos de sus obras posteriores. En los últimos años he seguido de cerca las obras de Ildefonso Falcones, he leído todas. La última estoy en proceso de terminarla, “El Pintor de Almas”. Un libro del que conservo su historia con cariño es “La Sombra del Viento” de Carlos Ruiz Zafón, porque su historia relaciona los libros y la escritura, con algo de misterio e incertidumbre. Me gustan las novelas históricas. En poesía, me ha impactado desde siempre los poetas símbolos de nuestra literatura y de la literatura universal. Me  enamoré de la poesía de Jorge Enrique Adoum, “Ecuador Amargo”. Actualmente sigo de cerca la poesía de Javier Oquendo, Federico Díaz Granados, entre otros.

Desde la docencia ¿Cómo motiva a sus alumnos a la lectoescritura?

Durante veinte años impartí la asignatura de lengua y literatura en el colegio, es lo que me ha permitido estar muy cerca de las obras literarias del Ecuador, del Mundo y de todos los tiempos. Mi motivación a la lectura estuvo siempre presente en mis clases con poco éxito, debido tal vez a los contextos sociales de los estudiantes con los que trabajé, que siempre fue una barrera, pero traté de transmitirles mi emoción y tengo lindas experiencias, por ejemplo de lecturas colectivas, en clase, con estrategias didácticas que desestabilicen al estudiante y les motive a leer, para saber más, y a que participen en diferentes concursos literarios. Hace seis años me he alejado de impartir esta asignatura, pero en la función directiva que ejerzo he participado en la organización de concursos poéticos juveniles entre colegios, lo que me ha dejado grandes satisfacciones, al descubrir las potencialidades de los jóvenes de nuestra ciudad, con la esperanza de que dichos eventos les dejen la semillita de escribir.

¿Por qué su labor artística ha sido proyectada hacia y por los jóvenes?

Por el mismo ejercicio docente, tratando de que los jóvenes encuentren en la literatura aquello que yo encontré. Me di cuenta, por ejemplo, que mediante la puesta en escena de una obra teatral en una institución netamente rural, les permitía perder el miedo a hablar en público, expresar emociones que en su cotidianidad no les era permitido. Porque ellos se descubren cuando se enfrentan a su escrito, a su expresión. Porque siempre pienso que la literatura salva vidas. La juventud es tierra fértil para la creación artística, solo necesitan despertar a ella, germinar y florecer.

¿Cuál es su valoración sobre el trabajo desempeñado por la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina?

Admiro el trabajo de difusión que está haciendo la Editorial Centro de Estudios Sociales, pues han aprovechado este vendaval de la virtualidad que se nos vino con la pandemia, para impulsar las fortalezas intelectuales de autores locales y dar a conocer obras que a lo mejor en un tiempo normal no serían tomadas en cuenta, o no tendrían la posibilidad de ser leídas. Es digno de destacar y difundir trabajos como este. Felicito esta iniciativa y agradezco el apoyo que me han brindado desde que propuse el proyecto humilde de este pequeño libro de historias, que espero que sea leído con una mirada sencilla.

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