Wilson Zapata Bustamante
DIRECTOR DE ECUADOR UNIVERSITARIO
José
Manuel Castellano me pidió que escribiese un epílogo para su libro “Crónicas
desde Ecuador”, prologado por Manuel Ferrer Muñoz. Un proyecto de esos “de
gestación larga”, que empezó siendo una cosa y, tras mucha evolución, terminó
por ser otra completamente distinta, mucho más ambiciosa en su planteamiento, y
que me gustó mucho más cuando la vi que el proyecto original. Para nada un
libro que se dedique a dar vueltas sobre un caso concreto, sino mucho más.
Varios casos bien destilados, bien contados y muy bien hilados analíticamente
para intentar aproximarse a entender muchas cosas en la comunicación de la era
digital.
José
Manuel Castellano Gil, maestro de la cátedra y en la vida, penetra en lo más
profundo del alma humana en su libro “CRÓNICAS DESDE ECUADOR”. Allí encontramos
reflexiones de vida, sobre la educación, principios y sentimientos, metas para
el ser humano, en suma, palabras que calan hondo, que nos llevan a meditar
sobre nuestra responsabilidad, sin la contaminación de la desesperanza, las
vanidades y lo superfluo. “El día que deje de aprender de mis alumnos y de
creer en ellos sentiré una inmensa vergüenza profesional y una traición a mi
compromiso social", afirma en la introducción de este libro.
En
Crónicas desde Ecuador encontramos crónicas de inter-culturalidad; de
Epistemología Andina; sobre los problemas de la universidad ecuatoriana;
reflexiones sobre un posible nuevo orden internacional; análisis sobre la
educación superior en tiempos de COVID-19; defensa de la Libertad de Expresión;
sobre Canarias (España) y Ecuador; temas contra la corrupción y, acerca de la
relación de las ciudades de Cuenca y La Laguna.
Los
textos de Crónicas desde Ecuador son temas independientes pero tienen un hilo
conductor: los valores existenciales, el compromiso que tenemos todos como
individuos, como ecuatorianos y como seres responsables en la creación de un
mundo más solidario y justo.
José
Manuel Castellano es el Maestro que puede expresar una idea social valiosa y
compleja con tan vigorosa sencillez artística que llegue al corazón de miles de
jóvenes y a ciudadanos vinculados con la educación y la cultura. Su propuesta
es: educar y no instruir.
Los
libros han sido siempre una hermosa lección de dignidad y de arte, con la cual
ha nutrido su ánimo, su inteligencia y su sensibilidad desde la infancia. Como
los libros, en nuestro Ecuador son carísimos, casi un lujo, fundó la Editorial
Centro de Estudios Sociales de América Latina, para ofrecer a sus alumnos y a todos
los ecuatorianos libros gratuitos y de calidad. “Crónicas desde Ecuador”
precisamente forma parte de esa gran colección que se inició en 2018
desde la ciudad de Cuenca.
Por
fortuna, siempre tiene presente la función social del MAESTRO (sí, con
mayúscula) y del libro. Escribe sus crónicas y responde en las entrevistas y
discursos con el oído puesto sobre las palpitaciones de la angustia ecuatoriana
y del mundo.
La
incompetencia de varias autoridades educativas y de algunos maestros es,
ciertamente, en nuestro medio, una de las causas de descrédito del sistema
educativo, pero no la única; las más poderosas obedecen a defectos capitales de
este mismo sistema, y para realizar en nuestras escuelas el ideal de
perfectibilidad deseada, es necesario llevar la virtud del remedio a todo el
organismo dañado. Desde su cátedra en la Universidad Nacional de Educación
-UNAE- trabaja para formar buenos maestros y un mejor sistema educativo. Eso lo
palpamos en Crónicas desde Ecuador.
En
el trabajo de José Manuel no existen secretos: solo buenas ideas, trabajo duro
y perseverancia ¡Es un extraordinario gestor y promotor cultural! Como buen
ciudadano del mundo coloca el bien del Ecuador y de su natal Canarias por
encima de sus intereses personales.
Albert
Eistein, el astrofísico más famoso del mundo escribió en 1922: “Una vida
tranquila y modesta aporta más felicidad que la búsqueda de éxito que implica
alguna agitación permanente”.
Las
palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma, como decía
Julio Cortázar; y es que con todo lo amplio y maravilloso que es el diccionario
hay emociones y sentimientos que no pueden describir lo que pasa y lo que
estamos viviendo con Crónicas desde Ecuador
Si
el lector de ayer o de ahora se toma la molestia de entreabrir estas páginas,
leerlas o volverlas a leer, quedará suficientemente compensada la tarea de
haberlas escrito en otro tiempo y ofrecerlas ahora en forma de volumen.
Todo
escritor hace aflorar el mundo que lleva dentro. En el caso del doctor José
Manuel Castellano Gil creo que hay tres componentes o líneas de fuerza: el amor
por la juventud, el amor y la pasión por la educación y la cultura y el amor
por la justicia social. Si mezclamos los tres ingredientes sale un libro del
tipo de Crónicas desde Ecuador.
José
Manuel Castellano Gil jamás pierde la fe en los demás, ni en sí mismo y, por
ello, pone sus conocimientos y su conciencia al servicio de la dignificación
del hombre. Es el maestro que deja a sus alumnos un digno ejemplo de
responsabilidad del escritor ante el porvenir. Está siempre entre los que no
pierden la fe en la vida y el hombre.
El
autor de CRÓNICAS DESDE ECUADOR y de otras obras guiadoras de gran parte del
pensamiento intelectual de los jóvenes del Austro ecuatoriano y de las Islas
Canarias (España) mantiene encendido su fuego creador y su hermosa postura de
luchador contra las injusticias. Pero hay un hecho sobresaliente. Como los
griegos de la antigüedad, en este libro que hoy se presenta, el doctor José
Manuel Castellano Gil es consciente que nada de lo esencial de nuestra
condición va a salvarse en el esqueleto de las computadoras o en las ruinas de
nuestras torres de acero, sino en esas menospreciadas y, a veces, demasiadas
abundantes palabras escritas que vamos dejando en libros, revistas y
periódicos.
Para
nosotros, aunque parezcamos ignorarlo, como para los griegos, es la única forma
de inmortalidad a la que podemos alcanzar. Aquellas palabras que se dijeron en
los anfiteatros griegos, que se escribieron en pieles y papiros, amenazados del
agua, del fuego y de los insectos, eran la única forma de sobrevivencia humana.
Los griegos están vivos, porque nos hablan. Casi ninguno de los bárbaros tuvo
esa dicha. Murieron con sus lenguas no escritas y con su ausencia de monumentos
literarios.
Si
no tuviéramos sino a Esquilo, nos bastaría para sentirnos cerca de los griegos.
Pero tenemos además, afortunadamente, el inagotable tesoro de lo que se ha
salvado de esa prodigiosa literatura de la que, en una u otra forma, proviene
casi todo lo que tenemos y conocemos en el arte de la palabra en Occidente.
Ningún
monumento de piedra podrá decirnos nunca lo que, por ejemplo, nos dice el
PROMETEO de ESQUILO, en el que podemos sentir, con una emoción que nos hermana
con los viejos atenienses, la grandeza de la condición humana.
Como
destacado intelectual que es, el maestro, el escritor e historiador José Manuel
Castellano Gil entiende a la cultura como todo lo que da un valor o una
orientación a nuestros pensamientos, nuestros actos, nuestra creatividad: la
cultura impregna nuestra vida interior (sobre todo nuestra vida meditativa),
nuestra vida social (sobre todo nuestras formas de relaciones con los demás) y
nuestra vida productiva (sobre todo nuestros procesos relativos a la toma de
decisiones). Es lo que nos permite comprender el mundo, integrarnos en el mismo
y hacerlo evolucionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario