No le falta razón alguna a Chema Tante en sus argumentos expuestos en “Recuperar el turismo es una temeridad”, como en la inmensa mayoría de sus reflexiones. Debo empezar señalando que el amigo Chema es un hombre libre, que responde por sí mismo, que no se esconde en los contenedores basuriles, como es muy tradicional en esa prensa canalla y pesebrista de esos peñascos Atlánticos, que se consideran el centro del universo.
Es un hombre consecuente, leal y comprometido con su tierra,
un titánico batallador de principios, lleno de esperanzas de cambio, que alza
su voz crítica en un Archipiélago amordazado desde siempre. Pero querido amigo,
estos y otros, enquistados en la profesionalidad de la política, no entienden de
razones, ni argumentos, son simples lacayos que obedecen a los intereses del
sector económico empresarial: ya sea propio, es decir los endémicos explotadores
insulares, como los foráneos, que han marcado desde la conquista los ciclos
económicos del Archipiélago en función al contexto internacional, con sus respectivos
ciclos económicos que generaron crisis de subsistencia y su consiguiente válvula
de escape migratoria (recuérdese la caña de azúcar, el vino, la cochinilla, el
plátano y ahora el turismo).
Es evidente que esta escoria de políticos sólo piensa en su
bolsillo, en mantenerse eternamente en el poder, bien sea en despachos de
gobierno o en sus cuartillos de oposición, negociando a favor de sus propios intereses,
en camarilla unos y otros, en armónica connivencia.
Éstos, todos, son defensores del statu quo. Eso de la “crisis
turística” no es nada nuevo, se veía venir, no hay que ser demasiado
inteligente para saber que iba a suceder, más pronto que tarde. Desde luego,
que tiempo han tenido estos traidores al futuro insular para buscar alternativas
a ese monocultivo, que ha destrozado al Archipiélago ambiental como
socialmente, para diseñar políticas económicas equilibradas, sustentables, sostenibles
y complementarias, no de boquilla sino pragmática, que buscara cierta soberanía
económica y no, como siempre ha primado su estrecha borreguil dependencia hacia
los grandes centros capitalistas.
En esta ocasión se adelantó el coronavirus y en una sociedad medianamente
inteligente sería una gran oportunidad para reflexionar en la búsqueda de nuevas
estrategias. Pero no. Estos señores siguen empeñados en oxigenar al muerto y en
enterrar a todos los canarios. NO ESTÁN POR LA LABOR, ESTÁN POR SUS INTERESES.
Al fin y al cabo ellos no sufrirán las consecuencias derivadas, como siempre ha
sucedido.
Esta historia no tendrá fin, a menos que se produzca una caída
de ese salvaje capitalismo saqueador y se produzca el nacimiento de una nueva
sociedad, con mujeres y hombres libres que provoquen un cambio en este viciado,
manipulador e indigno modelo económico-político. Ya está bien de esa clase
política vitalicia, que ha vivido y se ha enriquecido explotando a la
ciudadanía y se ha reído de ella con discursos mentirosos.
Ángel Víctor, Román, Antonio Morales et al., pónganse a trabajar pero no en las instituciones públicas sino en sus respectivas profesiones, que nunca han ejercido, pues resulta muy sencillo vivir del dinero ajeno y malgastar los recursos de la colectividad. Sinvergüenzas.
Cuenca-Ecuador, septiembre 2020
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