martes, 17 de octubre de 2023

Libertario

Por: José Manuel Castellano
Miembro Academia Nacional de Historia del Ecuador

Margarita africana, la grandeza de un simple detalle de mi jardín libertario. Foto: JMCaste.


El mundo se está convirtiendo en una caverna igual que la de Platón: todos mirando imágenes y creyendo que son la realidad”. José Saramago


Mi vida juvenil universitaria me abrió las puertas en la búsqueda y participación en organizaciones políticas, que planteaban ideas de transformación social. Por su parte, la Academia me encaminó hacia el campo científico.

Después de recorrer un largo trecho, llegué a comprender que viví y participé en un mundo de crueles engaños políticos, sociales y académicos; de puros intereses individualistas de mediocridad y vulgaridad pasmosa; de una sociedad conformada por puros vividores engreídos, de falsas apariencias, de ambiciones desmedidas; de virtuosos tramposos; de esclavos que hablan por la boca de su dueño; de sucios trapicheos; de intestinas luchas fratricidas entre supuestos compañeros de viaje; de extrañas connivencias y mugrientos apaños con el enemigo; de cupos de poder repartidos entre la servidumbre, casta de inútiles borreguiles…

Desde hace ya unas cuantas décadas he intentado, y sigo intentándolo todavía hoy, caminar por senderos libertarios, libre de obediencias, en busca de mi libertad individual y de pensamiento. Desde luego, no ha sido un camino sencillo, sino una travesía llena de tempestades violentas y agresivas, que he intentado sortear sin temor, sin caer en las propuestas de esos faranduleros institucionalistas, armado tan solo de una fortaleza inquebrantable y, sobre todo, llevando la dignidad como estandarte.

Tiempo atrás, en el ámbito académico, solté el lastre institucional, la participación en congresos, simposios, conferencias y talleres, reduje, también, mis publicaciones en revistas científicas, plaza de mercaderes que explotan el trabajo ajeno, en concordancia a los propios centros universitarios que minusvaloran, desprecian y castigan a sus propios investigadores.

En este momento de mi vida, dejo atrás y rompo definitivamente el último cordón umbilical que me ataba a mantener silencio público y a dedicar la totalidad de mi tiempo con entera libertad, a mi felicidad, un compromiso conmigo mismo, que es punto de conexión directo con una más activa, si cabe, responsabilidad social.

 

PD. Cómo duele el alma ver a una juventud universitaria que se deja catequizar y se autodoctrina en lazos de vasallaje por simple acomodo. Esa es la verdadera escuela de los mediocres del mañana.

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